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Una vez en “el sitio” desembarcaron y buscaron una “salida” pero, ¡OH sorpresa! encontraron una entrada directa y despejada al Jardín de
Una vez adentro jugaron a sus anchas, caminaron, recorrieron, se acercaron al gran reptil hasta que pasados –largos- diez minutos; se dieron cuenta de lo que en realidad ocurría; lo estaba aún por ocurrir…
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